Mercedes Fernández "Quien haga política con los esquemas mentales de hace diez años va a equivocarse y fracasar"

2015 / 04 / 05  ( Asturias24 )

Entre los turistas que pasean por el centro de Oviedo en una soleada mañana de fiesta, Mercedes Fernández llega a la entrevista consciente del mal momento del PP en el conjunto de España pero convencida de sus posibilidades de ser el partido más votado en Asturias. La presidenta de los populares y candidata al Principado reconoce sin paños calientes que la corrupción ha hecho daño a sus siglas y pide perdón a los ciudadanos. También por el desbarajuste de la junta local de Gijón. Pero se define como optimista y cree que su programa tiene otra política económica mejor para Asturias, que la región necesita una inyección del brío que echa en falta en Javier Fernández. y que la efervescencia en torno a Podemos o Ciudadanos bajará cuando llegue el momento de votar.

Ha repetido en las últimas semanas que el Partido Popular puede ganar las elecciones en Asturias. ¿Por qué lo cree así?

Hay varias razones. En primer lugar, porque queremos ganar. Parece una perogrullada, pero es importante, el requisito previo. Estamos preparados para gobernar. Es cierto que en 2011 tuvimos un fenómeno que nos costó votos, apoyos y estructura de partido. Quien fue secretario general del PP creó un partido para competir con el suyo de toda la vida. Fue una sacudida brutal, sin duda alguna. Y ahí aparecí yo. Era un momento lleno de dificultades, quizá el más difícil de la historia del PP de Asturias. Por razones psicológicas y sociológicas, que tenían que ver con el ánimo y el desánimo colectivo, se encadenaron los problemas. A partir de ahí empezó la recuperación. Tocamos fondo y lo positivo de eso es que desde donde estábamos solo podíamos regenerarnos y crecer. Hemos hecho una tarea de reconstrucción e integración con las puertas abiertas. A quienes nos abandonaron electoralmente –por la razón que fuese, y seguramente por nuestra culpa— no hay que preguntarles ni reprocharles nada. Simplemente, hay que facilitar su retorno y sumar.

Eso vale para sus votantes o exvotantes. ¿Y para atraer al resto de los ciudadanos?

El PSOE no presenta una gestión ni positiva ni favorable para los intereses generales de los asturianos. El Gobierno sufre un desgaste porque, a mi juicio, ha perdido tres años, aunque ahora parece querer ganar los tres últimos meses, en un fatalismo que no convenía ni al momento ni a la política. El fatalismo de Javier Fernández fue una actitud de casi nada se puede hacer, todo está muy mal y Asturias tiene que esperar por ciclos que le sean positivos. Yo, por el contrario, soy muy muy inquieta y rebelde y creo que hay que aprovechar todas las oportunidades. Si no, las aprovecha el de al lado, o se escapan o no vuelven. Por eso creo profundamente que nosotros podemos ganar las elecciones como partido más votado. Tenemos también algunos datos procedentes de encuestas. No tantos como quisiera, pero no tenemos recursos para financiar más. De todas maneras, hay indicadores para estar razonablemente esperanzados.

Pero también hay una sensación generalizada de enfado con el PP. Con el PSOE también, pero hablemos de la parte que a usted le toca. ¿Qué mensaje va a transmitir?

La campaña tendrá que ser para fijar y clarificar, muy didáctica y explicativa. Y no podrá estar exenta de autocrítica. En el ámbito nacional, hemos gobernado estos tres años para afrontar una situación endiablada. A mi juicio, el presidente Rajoy ha resuelto bien la situación. Lo dicen todos los analistas económicos, nacionales e internacionales. Entonces, lo que tenemos que preguntarnos es por qué –habiendo hecho tan bien esa recuperación económica, que es la garantía del estado del bienestar, porque sin euros no hay bienestar—, los españoles y los asturianos no están satisfechos con el Gobierno en el porcentaje que nos gustaría. Y ahí debe estar la autocrítica, aunque no puede ser paralizante, sino motivadora, para hacer cosas antes que para quedarnos quietos. Necesitamos mejorar.

¿Es peor su situación como candidata ahora, con esa gestión en la mochila, o fue un marrón más difícil serlo hace tres años, con Francisco Álvarez-Cascos convocando desde el Gobierno elecciones anticipadas?

En aquella ocasión hubo una disfunción. Es curioso que ahora haya mucha gente que parece que sabía que se iban a adelantar las elecciones. Desde luego, yo no lo sabía. Estaba representando a Asturias en el Congreso y dispuse de un mes y medio para prepararlas, con lo que la situación era realmente muy complicada. Cuando la dirección nacional me llamó para encabezar aquella lista, puedo asegurar que las encuestas eran indescriptibles.

¿Le queda la sensación de que el momento para el PP era 2011, que sin ese efecto Cascos podría haber aprovechado la crecida del partido en toda España para gobernar también en Asturias?

Eso ya no fue... Seguramente se cometieron errores, hubo desaciertos. Pero lo impensable, hace tres años o hace cinco, es que quien fue vicepresidente del Gobierno y nuestro secretario general crease un partido para combatir a su propio partido. No se le ocurría a nadie, ni en España ni en Asturias. Yo no pensaba en ello ni siquiera como ciencia-ficción. Se lo dije al PSOE en el debate de investidura de Javier Fernández, cuando nos criticaban: que Alfonso Guerra no les funde un partido, porque se pasa muy mal. Fue una situación muy dura en lo político y en lo personal. No soy de acero inoxidable, ni quiero serlo, y me causó una gran decepción. Toda una vida trabajando según unos principios y unas creencias y, de repente, aquella persona que tenía un liderazgo claro en Asturias crea otro partido. Hubo quien se imaginó que yo también dejaría el PP...

Eso se llegó a publicar

Nunca se me pasó por la cabeza. Las especulaciones son libres, por supuesto, pero nunca se me pasó por la cabeza. Pero el desgarro se crea igualmente.

¿Había amistad más allá de las horas de trabajo?

Pues, cuando me invitaban a bodas y comuniones, creo que habría amistad.

Ahora el PP quiere ganar las elecciones. Eso significa superar al PSOE y a Foro Asturias. ¿Notan que el goteo de regreso de militantes se ha acelerado desde que Cascos anunció que esta vez no sería el candidato?

Eso va y va bien. Hay dos tipos de retornos, ambos válidos y positivos pero diferentes. Están las personas que quieren retornar y que se sepa, decirlo en público; y están también las personas que prefieren no decirlo públicamente por discreción o pudor personal. Pero ambos casos, los que los medios de comunicación conocen porque se hacen con notoriedad o los que se hacen sin puesta escena, son respetables y nos aportan.

Cuando se anuncie la lista completa, o, más adelante, en la campaña, ¿veremos alguna sorpresa, algún apoyo público de peso?

La lista aún no está elaborada, pero sí puedo decir que habrá novedades e incorporaciones. Parece que los tiempos no están fáciles para la política, que hay sentimientos de contestación social hacia los modos y maneras en que la política se ha comportado en los últimos tiempos, y eso debería querer decir que hay dificultades para reclutar gente nueva que entre en las listas. Y no es así, eso no sucede. Lo comentaba el otro día con responsables del partido en Oviedo, Gijón y Avilés. Lo que sucede es que hay bastantes facilidades. Como soy una mujer muy optimista, quiero fijarme en ese dato y pensar que la cosa no está tan denostada como se dice. Hay bastante espacio para la esperanza colectiva. Si todo estuviese tan terriblemente mal y fuese tan nefasto como algunos quieren pintarlo, todo el mundo huiría en dirección contraria cuando nos acercáramos. Sin embargo, tanto por experiencias propias como de otros compañeros, veo que con quienes hablamos de sus posibilidades de incorporación a la política activa son altamente receptivos.

Antes ya ha dejado clara su decepción con el Gobierno de Javier Fernández. ¿No salva nada de estos tres años, le da un suspenso sin paliativos?

Se hizo un esfuerzo en el cumplimiento del objetivo de déficit, y eso fue necesario y positivo. Si gastamos más de lo que tenemos, acabaremos en bancarrota económica, social e institucional. No se redujo el sector público, como hemos pedido en tantas ocasiones porque creemos que buena parte del que hay es ineficiente, pero aún así el balance en Hacienda es aceptable. El conjunto del país necesitaba la reducción del déficit y ese conjunto es la suma de las comunidades autónomas: si todos aceptamos el discurso global pero luego cada comunidad incumple, nunca cumpliremos. Y Europa lo exigía, como también lo exigían las cuentas y el sentido común. Pero luego también ha habido grandes desbarajustes. La gestión sanitaria, sinceramente, me parece desastrosa por la falta de entendimiento con los profesionales. Lo primero es la gestión debería ser buscar la complicidad y el entusiasmo de quienes están haciendo el trabajo en primera fila: el personal médico, el de enfermería. Pasó lo contrario. Casi se inició el mandato con una huelga médica que dejó, por cierto, unas listas de espera estructurales que no se han resuelto. Dar la espalda a los profesionales resulta torpe y es siempre malo. La salud, junto con la educación, debe ser el eje fundamental.

El PSOE se defiende de las críticas a la gestión sanitaria diciendo que el PP nunca quiso el nuevo hospital y que de ahí procede su actitud. ¿Fue un error construir el nuevo HUCA?

No. Los debates hay que contextualizarlos en su momento. Y en su momento hubo otras posibilidades. Habia dinero para la reestructuración integral del antiguo hospital. Pero eso ya pasó. El HUCA forma parte de nuestras infraestructuras, lo hemos pagado entre todo los asturianos y es un espacio nuevo que debe ser utilizado de forma eficiente. Es ilustrativo que el personal necesite calzado deportivo por las distancias inmensas que tiene, pero nosotros queremos que se aproveche, porque las personas importan más que los edificios. La sanidad asturiana es muy buena porque tenemos muy buenos profesionales. Debemos ponernos de acuerdo con ellos. Más allá de que pueda haber discrepancias o colisiones aisladas, algo no funciona si hay más discrepancias que acuerdos. Con todas las dificultades que puedan suponer el traslado a un nuevo hospital o la instalación de un nuevo sistema informático, las cosas no se han hecho bien... Y hay ejemplos en otros sectores. Ponerle más ejemplos de aciertos de Javier Fernández, como me preguntaba, me cuesta.

Sin embargo, ha alcanzado acuerdos con él para los créditos extraordinarios de 2014 o el presupuesto de este año. ¿Muestran esos pactos hasta dónde llega el entendimiento del PP y el PSOE? ¿Se pueden profundizar? ¿Puede haber acuerdo sobre los recortes en el sector público que mencionaba antes? El PSOE dice que no queda espacio donde aplicarlos.

No es verdad y no es el único caso. Nosotros también decíamos que, como región, no nos convenía ni era equitativo mantener el impuesto de sucesiones en su forma actual. Tuvimos discusiones interminables sobre eso tanto dentro como fuera del acuerdo presupuestario. Parece ser que ahora cabe la rectificación. Por lo tanto, o el PSOE estaba profundamente equivocado, o faltaba a la verdad cuando nos decía que se trataba de una cuestión ideológica, o es una estrategia electoral a sabiendas de que no ganará estas elecciones. No lo sé, pero es un ejemplo de cómo el PSOE puede ser intrasigente y, de repente, de un día para otro, decir que sí hay que modular ese impuesto. Con el sector público le pasa algo parecido. Muchas cosas pueden y deben mantenerse. Cuando el PP pide reestructuraciones, no habla de la sanidad ni de la educación, sino de muchas empresas, fundaciones y entidades que, en una encuesta a los asturianos, causarían sorpresa. Nadie sabe de su utilidad ni de su existencia. Hay que racionalizarlo. Es el pasado, andamios viejos que ya no sirven en el presente.

¿Puede citar ejemplos concretos?

Tener una constructora en el organigrama de un gobierno no toca. Ni es de estos tiempos ni casi lo era en los años 80. Tiene que haber cambios, pero el Ejecutivo de Javier Fernández lo ha fiado todo al tiempo, a ver si con su paso las cosas se modulan o se arreglan. Nosotros, por el contrario, creemos que es posible hacer cosas. Si comparamos nuestra comunidad autónoma con otras, encontramos que los indicadores económicos de Asturias son de los peores de España. Como el Gobierno de España y la situación global son los mismos para todos, eso quiere decir que otras comunidades han arrancado y Asturias sigue a la cola en actividad y crecimento porque han faltado actuaciones, políticas complementarias y liderazgo. Desde mi punto de vista, ha habido un pasotismo absoluto. El tiempo nos hace más viejos, pero no necesariamente arregla nada.

¿Qué cambiará el PP en política económica si gana las elecciones?

Muchas cosas. El modelo fiscal, por ejemplo: mucha gente se ha ido de Asturias y eso no tiene sentido. También hay que ayudar a los jóvenes. Una pareja con suerte de tener trabajo para ambos miembros y un salario conjunto de unos 2.200 euros al mes paga 3.400 euros al año por la guardería pública para un niño o una niña de dos años. Cuesta más que estudiar una ingeniería, es un disparate. Queda mucho por hacer para que la gente se quede en Asturias y no se marche. Pasa también con las comunicaciones. Yo las celebro, pero sirven tanto para irse como para venir, así que debemos ofrecer atractivos a las empresas para que se localicen aquí o para que permanezcan las que ya están. Hoy en día, las simulaciones son muy fáciles. Hay asesorías en Madrid y en Cataluña que buscan dónde es caro o barato instalarse y vivir, que calculan el IRPF que pagarán los empleados en territorios distintos...

¿No es demasiada atención a las empresas?

Las personas son la prioridad, pero necesitamos ser competitivos y listos en el mundo globalizado. Hay una carrera por las oportunidades y debemos aprovecharla para que Asturias cuente y vuelva a tener peso específico en el conjunto de España. No creemos en la política de la subvención de los años 80. Eso es tirar agua al mar. No se puede otorgar a alguien la condición de empresario con un cheque por equis dinero. Más interesante e inteligente es apoyar créditos a empresas pequeñas en momentos de agobio y necesidad. No estaría mal incentivar el crecimiento de nuestras pymes. En exportaciones no vamos mal, pero podemos mejorar. Nuestra oferta turística es interesante y tiene polos de atracción para venga gente a dejar dinero y puestos de trabajo. Creemos en el talento: las apuestas de estos tiempos deben ir por la Universidad y el I+D+i. Europa tiene recursos y programas para financiar los proyectos atractivos. Como hace el País Vasco. No podemos liderarlo todo a la vez, pero lo que no puede ser es que no lideremos nada.

¿No tienen que subir los sueldos para que Asturias sea atractiva para los propios asturianos? Cáritas ha presentado esta semana un informe inquietante sobre la pobreza crónica y los salarios bajos

Eso no se puede hacer nunca por decreto, para decirlo en pocas palabras. Pero claro que lo bueno y lo positivo es que los salarios sean dignos. Espero que sea una filosofía generalizada, que, en términos generales, cuando a un empresario le vaya bien, le vaya bien a su plantilla. Es un objetivo irrenunciable llegar a salarios más altos, con mayor poder adquisitivo porque es cierto que hay gente que ya no sabe cómo hacer más equilibrios para llegar a fin de mes.

Hablando de políticas económicas e industriales, mencionemos los fondos mineros. ¿Está contenta con el ministro José Manuel Soria, porque no parece que les haya hecho muchos favores en estos meses a sus compañeros de Asturias?

El ministro Soria y el Gobierno del Principado... Sobre los fondos mineros hay un litigio, recursos, interpretaciones de las sentencias, más recursos. Mi propuesta es que la política sea el espacio del acuerdo, el diálogo y el pacto. No me gusta que se traslade de forma sistemática a los tribunales. En los años que llevo en política, si la memoria no me falla, nunca he impulsado un pleito, por decirlo en térmimos coloquiales. Eso supone un fracaso de la política. Recomendaría al Ministerio de Industria y al Gobierno en funciones que dejen resuelto ese tema para que el próximo Gobierno pueda empezar con pautas nuevas. Es una obligación por parte de ambas administraciones y así se lo he transmitido al ministro Soria. Los asturianos no entendemos que permanentemente se traslade a los tribunales lo que los políticos no quieren o no saben acordar. Igual que hubo un acuerdo en el plan de empresa de Hunosa, o con las empresas privadas y los sindicatos mayoritarios. Puede haber desencuentros e interpretaciones distintas, pero ahí están esos dos acuerdo y ahora hace falta el tercero sobre los fondos mineros.

¿Pero ve usted margen cuando el Principado y el Ministerio parecen usar conceptos distintos?

Tiene que haber ese acuerdo. Asturias agradecería a ambas administraciones que encuentren una mesa. No puede ser que andemos con correos e interpretaciones sucesivas de las sentencias. Yo empiezo a perderme, así que excuso decir el ciudadano de a pie.

Volviendo a las elecciones de mayo, ¿habrá una paz duradera en la junta local de Gijón? ¿Pasarán facturas esos enfrentamientos internos continuos en los resultados del PP en las municipales y, dado el peso de la ciudad en el conjunto de Asturias, en las autonómicas?

Con el nuevo presidente y candidato, Mariano Marín, las cosas están razonablemente encauzadas. Hay un equipo de hombres y mujeres que están trabajando mucho y bien. No lo sé todo –y así debe ser—, pero creo que saldrá una gran candidatura municipal, equilibrada, con profesionales, personas que estaban en otras ocupaciones y darán el paso hacia la política con la vocación de sintonizar con la ciudad y pedir disculpas por todos los desaciertos que hemos podido encadenar en los últimos tiempos. Como le decía antes, soy una persona muy optimista. Creo que hay que resolver las cosas que suceden y hacer planteamientos positivos. Ahora mismo, hay una junta local que trabaja bien y va a hacer también propuestas para la candidatura autonómica. Me parece adecuado. Pero, efectivamente, siempre dentro de una situación en la que han pasado muchas cosas.

¿Hay culpables?

En fin, ya lo he dicho en otras ocasiones. En una situación con muchos años sin estar en el gobierno estas cosas pasan. Es la condición humana, no una peculiaridad del Partido Popular de Gijón. Les pasa a los socialistas en Oviedo, y también pasa en más sitios. A quienes estamos en la competencia política nos gusta ganar y gobernar. Todo lo que sea perder e ir a la oposición siempre es malo. No es la apuesta ni el objetivo. Creo que todo se recuperará e irá a mejor. Porque solo hay dos excepciones en las que el éxito vaya por delante del trabajo: el orden alfabético del diccionario y la alcaldía de Gijón. Sucedió que una candidatura inesperada llegó a la alcaldía gracias a un apoyo del PP a cambio de nada. Fue un error político mayúsculo, pero el pasado está para aprender de él, no para quedarse petrificado. Tenemos que avanzar.

Tiene que contar con un nuevo actor, Podemos, a la hora de evaluar los resultados.

Es una opción política que causó efervescencia en los medios de comunicación y en la propia sociedad en torno a su creación. Ahora, sin embargo, ya piensa en darle la investidura a Susana Díaz en Andalucía... Lo digo como analista, porque es el único grupo político con el que nunca me plantearía un pacto, pero estamos viendo que se plantean convertirse en aliados de quienes criticaban de manera feroz.

¿Es Podemos, como Ciudadanos, hijo hasta cierto punto del PSOE y el PP, de lo que han hecho mal en los últimos años?

Ciudadanos es un partido al que le falta una definición más matizada. Por lo que sabemos de sus planteamientos a través de declaraciones y de los medios de comunicación, hay cuestiones en las que coincide con el PSOE, otras en las que coincide con el PP y otras que plantean ex novo. De Podemos diría algo parecido: hay cosas en las que coinciden con Izquierda Unida, algunas quizá con el PSOE, y unas últimas de nuevo cuño. Algunas son muy bonitas, billetes al paraíso, pero cuando se pasa de los discursos a las instituciones todo se limita y modula.

¿Cómo será la próxima legislatura en una Junta General tan fragmentada como se prevé, con seis o siete partidos representados en ella?

Ya en la legislatura que acaba hemos sido muchos. Asturias, en fragmentación, ha ido por delante de otros parlamentos autonómicos. Ahora puede haber variaciones, pero no espero muchas. La Junta no da para más. Son 45 diputados que repartir entre todas las opciones. A priori, no parece factible que las nuevas opciones consigan representación en las circunscripciones oriental y occidental.

Lo digo porque todo el mundo necesitará buscar socios y pactos. La etapa de Cascos demostró lo que pasa cuando alguien gobierna en minoría y no se preocupa de los apoyos. Pierde votaciones continuamente.

Claro. Pero uno pierde votaciones si se empeña en perderlas. En cambio, si se empeñan en pactar y en adecuar los asuntos a las necesidades aritméticas de los parlamentos, los gobiernos tienen una gran capacidad de maniobra. Por ejemplo, a nosotros nos pareció muy importante pactar los ingresos en el acuerdo presupuestario. Los gastos se mueven con modificaciones, pero los ingresos entran en vigor el 1 de enero. Por eso era interesante tenerlos plasmados.

¿Le molesta que, después del esfuerzo y la negociación, se critique su acuerdo con el PSOE como una prueba del bipartidismo excluyente y la existencia de algo llamado PPSOE?

Quien está en un Parlamento en una situación como la que nos toca vivir y hace gala de no entenderse con nadie se equivoca. Le pondré un ejemplo, volviendo al acuerdo prespuestario: lo pensamos mucho, lo meditamos y pedimos todas las opiniones que pudimos. Al final, la decisión la adopta el comité ejecutivo del PP de Asturias y yo paso a encabezar los trabajos. En el Parlamento, eso es bien cierto, tuvimos críticas feroces de IU, del partido de Rosa Díez y del partido de Álvarez-Cascos. Pero fuera de ahí, fuera del Parlamento, y esto debería ser un motivo de reflexión para los del guirigay del no, no hemos recibido ni una sola crítica. Muy al contrario, he recibido tarjetas de agradecimiento de personas relevantes –no es discreto dar nombres— de los ámbitos empresarial, industrial y educativo. Por la calle, en reuniones, en tertulias, nadie ha reprochado ese acuerdo ni a mí ni al resto de los parlamentarios del grupo popular. Conseguimos recursos adicionales y estabilidad institucional. A la región le venía bien tener unos presupuestos aprobados. Así que esas críticas feroces no tienen traslación a la ciudadanía o a la calle. Y, aunque no me consta porque ahí no estoy dentro, supongo que al PSOE le habrá pasado lo mismo.

Pero es innegable que los dos partidos han perdido a mucha gente que no encuentra en ellos lo que busca. ¿Qué pueden hacer?

Lo que tengo claro es que hay que pensar con una nueva mentalidad. Quien haga política con los esquemas mentales de hace diez años se equivoca y fracasa. Tocan nuevo lenguaje, nuevos esquemas, nuevas terminales para recoger las quejas de los ciudadanos. Todo ha cambiado muchísimo y a velocidad de vértigo. Estamos en el verdadero cambio del milenio. Necesitamos capacidad de adaptación e innovación. A veces, pongo ejemplos de empresas. Ninguna produce ahora igual que hace veinte años. Todas han innovado en materiales, clientes, exportaciones, ventas on line... Con la política pasa lo mismo. Se hizo una muy buena y generosa en la época de la transición y ya forma parte de nuestro patrimonio histórico. Pero ya está.Y el éxito de los partidos que usted citaba antes, Podemos y Ciudadanos, quizá viene de ahí. Se han hecho entender mejor en mitad de esas novedades.

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Mercedes Fernández

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